Viñeta publicada en ABC el 21 de julio de 2010

Hace escasamente una semana llegaron a Madrid once presos políticos cubanos, acompañados por sus familias. Estas once personas forman parte del “Grupo de los 75”, encarcelados en 2003 por delitos de opinión durante la que se dio en llamar Primavera Negra. Las autoridades cubanas han anunciado la “liberación” a lo largo de las próximas semanas de los 52 que restan en prisión. Si entrecomillo la palabra liberación es porque las condiciones en las que se han producido esas excarcelaciones dejan mucho que desear. De la lectura de las informaciones publicadas con motivo de la llegada de estos disidentes del régimen castrista se deduce que, más que una liberación, se ha tratado de un destierro: se ha cambiado la cárcel por la expulsión de la tierra que les vio nacer. Cierto que es una medida que todos ellos han aceptado libremente, pero si se tiene en cuenta las condiciones infrahumanas en que han vivido los últimos siete años, se comprende claramente la aceptación de la medida alternativa. Ni se puede hablar por tanto de medida democrática, ni mucho menos de ablandamiento o de rasgo de humanidad del régimen. El comunismo de los Castro –como cualquier otro comunismo- no conoce el significado de esas palabras.

¿Y qué pinta nuestro ínclito Ministro de Asuntos Exteriores en esta historia? Pues, aparte de ofrecer la hospitalidad de España a los desterrados –hospitalidad que habrá que ver cuánto dura-, servir de mediador entre el Gobierno castrista y la Iglesia cubana para conseguir la excarcelación de todos los presos de conciencia que hay en la isla. Siendo encomiable el afán de las excarcelaciones, no lo es tanto si la condición es el destierro. La historia nos dirá si la medida adoptada y el papel que se aprestó a jugar el cardenal Arzobispo de La Habana Mons. Jaime Ortega, como intercesor de los presos, fueron acertados. Según los datos que se barajan, los hermanos Castro han jugado con los sentimientos humanitarios del Cardenal y con la bobalicona ingenuidad de D. Miguel Ángel Moratinos para aparentar ser los buenos en esta película de terror, cuando no hay nada más lejos de la realidad. Y sin embargo, algo parece que han conseguido: las excarcelaciones han llevado al Sr. Moratinos a solicitar nuevamente a la Unión Europea la derogación de la “Posición Común” respecto a Cuba. Como si lo conseguido pudiera calificarse de éxito para la diplomacia española. Desconozco si las patadas en las espinillas es un encargo de los Castro para seguir torturando a los disidentes, o tiene otra connotación; en cualquier caso, lo que sí parece evidente es que a la diplomacia del Sr. Moratinos alguien le ha dado una patada en el ...

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