Viñeta publicada en ABC el 30 de junio de 2010

No llegan a 24 las horas transcurridas desde que se ha hecho pública la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, cuando Mingote nos deleita con esta viñeta. Tres son las noticias que concitan unanimidad en las portadas de la prensa de hoy: el triunfo de la selección española sobre la portuguesa en el mundial de fútbol de Sudáfrica, la huelga salvaje en el Metro de Madrid –habría que decir la huelga de los sindicatos salvajes-, y la sentencia sobre el Estatut. En lo que no hay tanta unanimidad, sin embargo, es en la valoración que de la sentencia hacen unos y otros; así, a título de ejemplo y ciñéndonos exclusivamente a los titulares de portada, podemos leer en ABC que “El TC corrige los pactos que selló Zapatero con CiU en Moncloa”. Por su parte, El Mundo titula que “Montilla exige a Zapatero que burle con leyes el fallo del TC”; El País señala que “El Parlamento catalán y la Generalitat desafían al Constitucional”; Público titula que “Montilla reclama un nuevo pacto Catalunya-España” y La Vanguardia que “CiU aboga por un gobierno fuerte tras el fallo del TC”. Enfoques diferentes que sólo son un anuncio de los artículos y declaraciones que se recogen en páginas interiores. ¿Ha sido un éxito de los que defienden el régimen constitucional de 1978 o ha sido un fracaso? Los análisis que se hacen son tan precipitados que resulta difícil valorar. Predomina la sensación de que ha sido un fracaso y que se ha dado un paso más en el camino de la secesión de Cataluña. En qué medida tienen razón, sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, muchos se preguntan también -como la pareja de animados veraneantes catalanes- si ese destino es mejor o peor que el actual; porque el actual ya está experimentado y no parece haber resultado tan malo: Cataluña es una región próspera, emprendedora, cosmopolita, desarrollada…, gracias en buena parte al trabajo de tantos otros españoles venidos de los más apartados rincones de la península. La unión del espíritu emprendedor de unos con las ganas de prosperar de otros ha conseguido ese envidiable resultado. La secesión plantea un camino incierto -que no necesariamente tiene que ser catastrófico- y, por tanto, inestable. ¿Cómo reaccionarían los mercados españoles? ¿Cómo reaccionarían las instituciones europeas ante el inicio de lo que puede ser una larga cadena de procesos de secesión nacionales? Si difícil es poner un tren en marcha, más lo es pararlo. ¿Sería mucho pedir un poco de seny, solo un poco, a los políticos catalanes? Por lo que hoy hemos leído y escuchado, parece que sí es mucho pedir.

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