Viñeta publicada en ABC el 21 de noviembre de 2010

No es fácil trazar la imagen de una persona que “está a por uvas”, como dicen los castizos, que “está ido” -en el sentido de que se ha evadido de la realidad-, o que está al borde del delirio, si es que no está ya dentro. Y sin embargo Mingote lo consigue con esta viñeta. Es casi tan difícil como pintar la eternidad, algo que sin embargo es posible pero cuya explicación me reservo para ocasión más oportuna.

Si ya es suficientemente expresiva y clarificadora la estampa que de nuestro conocido personaje hace Mingote, don Antonio lo termina de perfilar con esa supuesta reflexión que pone en su boca, que encaja perfectamente en el personaje. No he podido evitar recordar a Groucho Marx cuando afirmaba que "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros." La diferencia está, sin embargo, en que Groucho era un genio y nuestro conocido personaje, no; en que el Sr. Marx era gracioso y nuestro conocido personaje, no; en que Groucho Marx provocaba la risa y nuestro conocido personaje provoca el llanto. También me ha recordado a otro cómico de los tiempos en que la televisión emitía en blanco y negro, que repetía con un énfasis especial aquella frase “yo, sigo”. Era incansable al desaliento y por muy negativas que fueran sus circunstancias, él repetía por activa y por pasiva el “yo, sigo”.

Aunque nuestro conocido personaje no haya pronunciado literalmente estas palabras, participa sin embargo de la filosofía de uno y otro humorista aunque él no tenga ningún sentido del humor (es más: provoca malhumor) Basta escuchar o leer la opinión de tantos comentaristas para darse cuenta de que las decisiones políticas del Sr. Rodríguez ZP –el conocido personaje- nos descubren a una persona de escasos o nulos principios que está dispuesto a lo que sea o al “como sea”[1] para mantenerse en el poder. Y para botón, una muestra: las impresentables cesiones a partidos nacionalistas de uno y otro extremo de España, que sólo representan a una minoría de ciudadanos pero que tienen un elevado peso gracias a un injustificable sistema electoral.

[1] Frase que hizo célebre el Presidente del Gobierno en la Cumbre Euromediterránea de Barcelona el mes de noviembre de 2005 cuando dio órdenes para que se cerrara un acuerdo “como sea”.

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