Viñeta publicada en ABC el 12 de junio de 2010

Leo en la prensa de hoy que el colectivo gay de Israel ha celebrado una marcha por las calles de Tel Aviv, con un telón de fondo: su exclusión del desfile que el próximo mes de julio se celebrará en Madrid, organizado por este mismo colectivo en España. Al parecer, las razones alegadas por la organización española ha sido la negativa del Ayuntamiento de Tel Aviv, uno de los patrocinadores del colectivo israelí, a condenar el asalto de su ejército a la autodenominada “Flotilla de la Libertad” el pasado 31 de mayo. Entre las muchas declaraciones que han realizado los excluidos, me quedo con la que hace uno de sus portavoces y que publica ABC en crónica de Laura L. Caro: “Condenamos la demonización de Israel en Madrid, y desde aquí queremos dejar claro que es la única democracia de Oriente Próximo: no estamos avergonzados, sino muy orgullosos de Israel (…) es la seguridad de nuestro país, de Israel”.

Si he relacionado la viñeta de Mingote con la noticia que antecede es por ese doble contrapunto que se da en Oriente Medio. El primer contrapunto vendría definido por los sistemas de gobierno: de una parte, Israel, con una democracia consolidada al más puro estilo occidental, en la que cambian gobiernos y jefes de estado a golpe de elecciones periódicas y en la que el sistema de mayorías y minorías parlamentarias funciona con absoluta regularidad; de otra, los países de religión musulmana, árabes o no, con sus sistema de gobierno teocrático, principesco y, en no pocas veces, dictatorial. Aunque algunos de estos países también tienen un sistema parlamentario, este se encuentra tan condicionado por las decisiones de sus dirigentes religiosos que difícilmente resisten una comparación rigurosa con los parlamentos occidentales. Dicho de otra manera, se utiliza el mismo nombre para definir realidades diferentes.

El segundo contrapunto vendría dado por el diferente trato que el colectivo homosexual recibe en uno o en otros países; así, mientras en Israel se trata con absoluto respeto a todos los individuos –hombres y mujeres- que reconocen su homosexualidad, en la mayoría de países islámicos se castiga con la pena de muerte esa identidad. Terrible legislación que la famosa Alianza de Civilizaciones del Sr. Rodríguez ZP podría intentar cambiar.

Aprovecha Mingote para enmarcar la conversación en la ya conocida reivindicación islámica de Al Andalus. Sinceramente, preferimos no comprobar que, efectivamente, se limitan a afear la conducta... ¡y nada más!

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