Viñeta publicada en ABC el 11 de junio de 2010.

Duro alegato de Mingote contra el antisemitismo que rebrota en numerosos países, entre los que no podía faltar España.

El pasado 31 de mayo era noticia de portada el ataque de la armada israelita contra una flotilla de barcos que con el nombre de “Flotilla de la libertad”, se dirigía a la franja de Gaza con ayuda humanitaria. Los soldados israelíes, siguiendo su protocolo de seguridad, interceptaron dichos barcos para proceder a la revisión de su cargamento. A partir de ese momento, se sucedieron una serie de acontecimientos que acabaron con la vida de 10 personas, tripulantes todas ellas de uno de los barcos inspeccionados. No se dispone de una versión objetiva de los hechos: para los integrantes de la flotilla, los soldados dispararon a matar sin previo aviso; para los israelitas, los soldados fueron atacados con barras de hierro y cuchillos y se vieron obligados a defenderse con las únicas armas que llevaban: las de fuego. El juicio sobre los hechos habrá que demorarlo hasta que se conozcan los datos de la comisión de investigación que el propio gobierno israelita ha puesto en marcha, aunque la opinión generalizada es la de que ha habido una desproporción entre la agresión –que la hubo- y la defensa. Días después, cinco técnicos israelíes de una delegación de especialistas en energías renovables intentaban dar una conferencia en la Universidad Autónoma de Madrid. Apenas pudieron intervenir: una cuadrilla de energúmenos, no sabemos si estudiantes de esa Universidad –que no universitarios (reservamos este título para gente más civilizada)- les insultaron, agredieron y les dedicaron todo tipo de “lindezas”. Un par de semanas antes de estos sucesos, una señora –que para más inri se identificó como votante del PSOE (¿por qué tuvo que significarse de tal forma?)- abofeteó e insulto a un joven judío que caminaba por Madrid con ese atuendo tan característico de los hebreos: sombrero ajustado y de ala ancha, bata negra cruzada y patillas rizadas. Al parecer, la señora también se prodigó en “lindezas” verbales contra este sorprendido compatriota judío.

Inevitablemente nos asalta una pregunta: ¿Es así como pensamos solucionar los problemas de la humanidad? A sabiendas de que no hay un caso igual que otro y de que toda comparación está sujeta a limitaciones, me atrevo a preguntar ¿justificarían los energúmenos de la Universidad Autónoma y la señora madrileña una agresión indiscriminada a musulmanes por haber perpetrado el 11-S en Nueva York, el 11-M en Madrid o el 7-J en Londres? Mientras nos llega su respuesta, diremos que actitudes como éstas traen a nuestra cabeza el horror de viejos fantasmas. A Hitler le hubieran gustado. Quiera Dios que todo se quede ahí, en fantasmas.

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