Viñeta publicada en ABC el 15 de octubre de 2010

Durante la semana transcurrida se ha producido un acontecimiento que ha destacado con creces sobre todos los demás: el rescate de los 33 mineros chilenos. A este suceso dedicó Mingote su viñeta del día 15 y éste fue mi comentario:

Ayer finalizó la operación de rescate de los 33 mineros chilenos que quedaron sepultados en el fondo de una mina, a consecuencia de un derrumbe. 622 metros de tierra les separaban de la superficie, de la luz del sol y de lo más importante, de sus seres queridos. Ha sido un enterramiento que ha durado 69 días, una angustia que comenzó el 5 de agosto. Se ha escrito mucho sobre este suceso y presumo que aún se escribirá más, pues no en vano el accidente y la subsiguiente operación de rescate han sido únicos en la historia de la humanidad, como también lo ha sido el seguimiento mediático: también ayer se publicaba la noticia de que la televisión estatal chilena estimaba que la operación de rescate había sido seguida por 1.000 millones de telespectadores. Y digo que se escribirá mucho aún porque serán numerosos los estudios médicos, psicológicos, sociológicos o psiquiátricos que se realizarán a estos supervivientes y que pasarán a engrosar las bibliotecas de la especialidad. Ni qué decir tiene los relativos a las áreas de de la ingeniería y de la seguridad laboral.

Dos han sido los aspectos que más me han llamado la atención de este suceso. El primero, la resistencia psicológica de los mineros. No es fácil imaginarse a un grupo de 33 hombres conviviendo en un reducido espacio durante más de dos meses, a 622 metros de profundidad, sin medios para el descanso y la higiene, con una temperatura y humedad extremas, y con una ropa y alimentación de subsistencia. Bien cierto es que el aislamiento con el exterior no ha sido absoluto por la milagrosa colocación de un cable que ha permitido que les llegara la imagen y el sonido de sus seres queridos, claves para mantenerlos psicológicamente esperanzados y activos. El segundo aspecto ha sido la coordinación y la eficacia con la que se ha llevado a cabo la operación de rescate. La imagen que nos queda es la de una sociedad eficaz y organizada, capaz de afrontar situaciones catastróficas tan dispares como terremotos, maremotos, erupciones volcánicas o hundimientos de minas, de origen natural unas y de negligencia humana otras . Y en esa buena imagen incluimos la de unas autoridades que han tenido claro desde el primer momento que no había cosa más importante que hacer en el país que salvar la vida de 33 hombres enterrados vivos. Me uno a Mingote para levantar ese monumento a los que han vuelto a nacer y a todos cuantos lo han hecho posible. “Chapeau”, Chile.

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