Viñeta publicada en ABC el 5 de Enero de 2011


Han transcurrido poco más de cuarenta y ocho horas desde la entrada en vigor de la nueva ley antitabaco y el asunto sigue teniendo un protagonismo especial en los medios de comunicación; solo que en los de hoy pasan a engrosar también las páginas de sucesos por los incidentes que se están produciendo, con agresiones físicas incluidas. Muchos pensaban que solo era disparatada la política económica del Gobierno, mientras que la social, la sanitaria, la educativa o la territorial, por citar las más llamativas, se escapaban de esa calificación. Los hechos van demostrando lo contrario y los que aún confiaban en el sentido común de nuestros gobernantes van comprobando con creciente desencanto que allá donde actúan está asegurada la metedura de pata. Leo en la prensa que el paro oficial se ha incrementado en 176.470 personas durante 2010 y alcanza ya la cifra de 4.110.073 de españoles; que la Seguridad Social perdió más de 200.000 cotizantes en el citado año; que han  crecido los casos de violencia doméstica, o que el número de abortos se ha incrementado al hilo de las recientes modificaciones de la ley por el gobierno socialista. Un disparate tras otro. ¿Era necesaria una regulación del hábito de fumar? Probablemente sí. ¿Ha sido acertada la solución aprobada por las Cortes? Todo parece indicar que no. La impresión que tiene la opinión pública tras este nuevo embrollo gubernamental es que el Gobierno de la nación se encuentra completamente desnortado: han perdido la brújula y confunde el Sur con el Norte, lo secundario con lo primordial o lo que puede esperar con lo apremiante. Y, a mayor abundamiento, fomentando la delación desde el propio ejecutivo; era lo que nos faltaba. ¡Malos humos corren por el solar patrio!

1 comentario:

  1. Me han gustado mucho estas caricaturas de Mingote. Desde niño me gustaban mucho (el primero que leí, a comienzos de los setentas, era "Historia de la gente"). Lin Yutang decía que si los humoristas gobernaran el mundo, las cosas quizá no sería tan terribles. Primero, discutirían entre sí echándose la culpa cada uno a los defectos de sus connacionales como los peores del planeta, y luego, en disputas territoriales, volverían a discutir intentando regalar los territorios disputados a sus vecinos, cuyos humoristas a su vez insistirían en que no, que se queden con su territorio y tomen más bien del nuestro. Hay en el humorismo una sabiduría que es a veces, me parece, mucho mayor que la de la teología, la filosofía y la política.

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